lunes, 8 de noviembre de 2010

Nuevo blog (y el definitivo)

http://cuadernavios.wordpress.com/

Aquí os dejo el enlace a mi nuevo (y ya definitivo) blog. Después de una incesante búsqueda, creo haberme encontrado.

martes, 15 de junio de 2010

Zarpamos (otra vez)




Los proyectos pueden crecer o menguar, y sólo uno mismo puede hacer de ellos algo grande. Así que me puse manos a la obra y he de reconocer que éste ha conseguido acabar con la paciencia que no tengo. He dado golpes a mesas, puertas, etc. Pero ya está. La mudanza ha sido dura, pesada y me ha llevado más tiempo del estimado. Espero no haber perdido ningún mueble por el camino.

Todo esto me ha hecho regresar a antiguas entradas y me ha hecho darme cuenta de que el estilo ha crecido. Los primeros textos me parecen ahora bastante lejanos y ajenos a mí. También tengo que reconocer que algunas entradas han estado a punto de desaparecer, ya que me parecían completamente fuera de lugar. Al final he decidido dejarlo todo tal cual estaba, porque todo forma parte de un proceso de crecimiento. No sé si mío, del blog o de quién, pero tengo claro que forma parte de un proceso de crecimiento.

El caso es que espero que el estilo siga creciendo. Tranquilos, cuando llegue al nivel de Quevedo, pararé (je).

Para vosotros no cambia nada, sólo la forma. El fondo sigue siendo el de siempre -perfecto en su cadencia, por cierto. Pero el mío, al fin y al cabo, y quizá el vuestro también.

Pues lo dicho, que zarpamos desde otro puerto (espero que el definitivo) mucho mejor organizado, aunque un poco más complicado.

miércoles, 9 de junio de 2010

Un año más, un año menos



(Es una forma cuanto menos profesional de coger la cámara)


La adolescencia, como potro recién nacido que quiere levantarse y aún no puede, me hizo caminar trastabillante sobre el asfalto. Pasaban los días, meses, años y yo no lograba encontrar el verdadero sentido de la vida. Metáfora de metáforas. Cada año de más era un año de menos. Cada libro leído pesaba en el pecho y me hacía comprender lo incomprensible que podía llegar a ser el mundo. Cada palabra atinada era compensada con cuatro desatinadas.

Intenté, sin conseguirlo, ser la más adulta en un mundo plagado de niños. La más niña en un mundo a rebosar de adultos. Anduve siempre entre Peter Pan y el Capitán Garfio. Entre la mirada limpia de una niña que sueña con lo que no posee, y la estremecedora carcajada de alguien que ha estado en todos los frentes y ha vuelto maltrecho pero invicto. Supongo que la madurez la adquirí a base de golpes. Pero esos golpes me hicieron, en mayor o menor medida, más fuerte y creo que puedo sentirme orgullosa de ello.

Pasé, en escasas décimas de segundo, del sueño más bello y necesario a la frustración más absoluta. Me hundí tropecientas mil veces y salí a flote otras muchas. Llegué a la precipitada conclusión de que la vida, al fin y al cabo, no es más que un puñado de fracasos, obligaciones incumplidas, algún triunfo y muchos desengaños. La vida es riesgo.

Fui una orgullosa que instaló su ego en el mundo sin darse apenas cuenta. Nunca dejé que nadie me pisara y reconozco que fui muy dura en mis juicios. Pero también fui buena con los que se lo merecían (o eso creía).

Me debatía constantemente entre el puro nervio y la más solemne de las serenidades. He de reconocer también que fui poco tolerante con las cosas que me rodeaban y que había pocas que me hicieran sentir realmente bien. Fui una nostálgica en el sentido más doloroso del término y melancólica hasta agotarme.

Recuerdo que miraba a los ancianos desde la admiración más profunda. Me fascinaba el simple hecho de que alguien fuera capaz de sostener tantos amaneceres con la mirada. Los consideraba la fuente de sabiduría que la sociedad necesitaba escuchar y, sin embargo, ignoraba. Recuerdo que imaginaba que cada arruga escondía millones de historias, de experiencias, de batallas perdidas y guerras ganadas. Que su encorvada espalda era un gran ejemplo del peso que supone la vida. Metáfora de metáforas.

Puse el mundo en cada parpadeo, en cada paso y en cada línea. Aprendí que con una sonrisa se podía llenar el mundo. O con el mundo las sonrisas. Aprendí que no servía de nada llorar o arrepentirse. Que era difícil soportar la carga producida por los remordimientos.

Todo esto lo aprendí casi al final, para lo cual todavía queda mucho. O eso creo.

lunes, 7 de junio de 2010

Sin principios ni final



(Imagen de Santi tomada por los Pirineos o por ahí. Ya sabes que tomaría un café contigo, pero es que no me gusta el café)



Hoy en día, cualquiera puede tener tatuada la cara interna del muslo derecho. Por eso, muchos escritores parecen amargados. Porque la quintaesencia no se busca,sino que te encuentra. Aunque las revistas y programas del corazón no vayan dirigidos a los médicos. Ya se puede enfundar uno una camiseta azul e ir a un partido de baloncesto para intentar aprender que los días se reducen a una competición constante. Batir tus propias marcas. Romper los límites que te ponga el cuerpo. Aunque para ello haga falta retar a Jimi Hendrix a un duelo de guitarras. Porque los sueños son carpetas de colores tristes. Pon las barbas de tu vecino a remojar cuando te vayas a cortar las tuyas y así ahorras tiempo y puede que incluso te hagan un dos por uno en la barbería. O en la carnicería. Los verbos no describen los estados de ánimo de los adjetivos. Yo prefiero los posesivos. Aunque se necesite desesperadamente una acción determinante. El desodorante es, sin duda alguna, la base de la pirámide alimenticia. Por eso nos levantamos sedientos. Sed de sangre, lo llaman. Lo llamamos. Porque el tortazo te lo das cuando viertes ácido clorhídrico en una bañera dorada. El estilo no se busca, te encuentra. Y si no lo hace es porque no prestas atención cuando ves una película de terror. Hay algunos a los que nos gusta la ruleta rusa. Porque tener un revólver a mano puede salvarte la vida si intentas suicidarte. Porque el aire se escapa a borbotones, al igual que el aliento. Me parece patética la actuación de algunos. Aunque sería grosero por mi parte admitir que las cerezas pueden ser rojas o moradas. Según se mire. Porque un náufrago no está solo en una isla desierta. Robinson Crusoe estaría orgulloso. Por eso en una magdalena cabe una vida entera. Aunque sería más sencillo si cerráramos los párpados. Porque aquí o jugamos todos o rompemos la baraja.

jueves, 3 de junio de 2010

Imaginar con la razón (y viceversa)




Me gusta pensar que estoy donde quiero estar, aunque sea en un lugar en el que apenas queda espacio para mantenerse erguido. Aunque sea en el sitio equivocado. Estoy, finalmente (y si final) donde me han llevado mis párpados, mis pasos, mis estupideces, mis lágrimas, mis incongruencias.

He elegido una de las noches más frías para desplazarme al dolor, a un laberinto de silencios persistentes. Estoy aquí y no me importa si la noche es fría o si veo que las dificultades son enormes.

No me importa si el dolor ha penetrado en mi pecho y está carcomiendo mis entrañas. No me importa porque estoy aprendiendo a vivir con ello, aunque me derrumbe cien millones de veces cada día en todos los confines de este jardín que rebosa estrellas y rosas a partes tiernamente desiguales.

Recordemos siempre que la lluvia moja pero no limpia. Más bien embarra.

(De fondo sonaba un bello tango)

miércoles, 2 de junio de 2010

Galerías




De las cuatro galerías del alma se extrae el hálito que supuran las heridas. En las seis galerías de la razón se vierten los impulsos, veloces como un potro incandescente rodeado de amaneceres.

Entre rosas y sangre se debate el último retazo de coherencia que se exprime de la más alta torre que conduce hacia el abismo. Los rascacielos son el último lugar al que ascendemos, una vez se han recorrido los insaciables laberintos de la memoria.

El eco es necesario cuando comenzamos a sentir la soledad del que se siente solo y extraño en un mundo repleto de severidades e incertidumbres. Cuando ese eco es únicamente interno, se prefiere la muerte en vida. O la vida en muerte.

De castillos están hechos nuestros sueños (¿o acaso nuestro sueños hacen castillos?), tan inevitablemente aterradores como calmantes, tan sutilmente cargados de incomprensión.

Prestas vuelan las aves entre praderas de nubes, que acompañan al océano y a los charcos cuando en éstos se ve reflejado el cielo.

Nada de esto importa: todos sabemos que la víspera de ayer es pasado mañana. Todos sabemos que la tierra es el cielo disfrazado de tierna galería. Una vez más, nos las damos de listos.Así nos va.

lunes, 31 de mayo de 2010

Interrogantes.Volumen V




¿Dónde se fueron las viejas promesas aún incumplidas? ¿Por qué esquivar a alguien cuando te hace daño? ¿Y si la vida se redujera a un pastel de lima aderezado con pentotal sódico? ¿Me saldrá bien la estrategia? ¿Por qué la saliva de los demás es más sabrosa que la propia? ¿Para qué contar los kilómetros recorridos? ¿Para qué el sexo con amor? ¿Y si la felicidad es una utopía? ¿Y si toda experiencia me resulta superflua? ¿Y si no me gusta que me busquen entre la muchedumbre? ¿Y si este mundo me parece decadente? ¿Afán de superación? ¿Qué pasa si le fallo a alguien? ¿Qué diferencias hay entre un zurdo y un diestro, aparte de las evidentes? ¿Por qué esta necesidad de preguntarse por todo? ¿Por qué a mí y no a otro con muchos menos defectos? ¿Por qué rojo y no azul celeste? ¿Por qué no felicitarnos por cada día cumplido sobre este sucio suelo? ¿Por qué las nubes están, a medida que avanza el tiempo, más cercanas? ¿Para qué un final trágico? ¿Dónde colocaremos ese "y vivieron felices y comieron...buitres leonados"? ¿Al principio de una película de terror? ¿Al final del Show de Truman? ¿A qué distancia están las palabras que no escribimos? ¿El calor tiñe las sábanas? ¿Por qué un tango y no un reggae? ¿Es perceptible el umbral que separa la realidad de la ficción? ¿Cuándo encontraré el poema perfecto? ¿Lo habré encontrado ya? ¿Cómo se verá la vida desde otro cuerpo? ¿Dónde se compra el talento? ¿Para qué perseguir al amor? ¿Será verdad eso de que la página en blanco produce verdadera angustia? ¿Las despedidas son tan tristes como las pintamos? ¿Son necesarias? ¿Escupimos? ¿Dudaré eternamente entre la izquierda y la derecha? ¿Seré de lágrima fácil? ¿Y si la vida es algo que hay que morder? ¿Por qué una Harley y no un purasangre? ¿Qué ocurre cuando intentamos escribir con la mano con la que no estamos acostumbrados? ¿Habrá una lección psicológica detrás de eso? ¿Estás seguro de lo que sientes? ¿No prefieres callar? ¿El silencio hace que los necios parezcan sabios durante un segundo? ¿Me callo? ¿Continúo? ¿Despierto y decido?